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El Art Nouveau, en francés “arte nuevo”, es el nombre que se le dió en Francia y Bélgica  a lo que conocemos como Modernismo. Esta tendencia estética se originó en Europa y Estados Unidos a finales del siglo XIX y alcanzó su auge entre 1890 y 1910, coincidiendo con el período de la Belle Époque argentina. Frente al academicismo francés que caracterizaba a la burguesía local, los inmigrantes encontraron en este estilo una forma de oposición y construyeron edificios de líneas joviales, modernas y menos atadas a las reglas clásicas como los que empezaron a emerger en muchas ciudades alrededor del mundo. Es por eso que podemos encontrar algunos ejemplares de este estilo en los barrios porteños de Balvanera y Monserrat, en el centro de la Ciudad de Buenos Aires.

En pleno centro porteño y con menos de 100 metros de distancia, el arquitecto Eduardo Rodriguez Ortega le regaló a la ciudad dos ejemplares notables de arquitectura Art Nouveau. El Palacio de los Lirios, ubicado a mitad de cuadra, resalta por su fachada ondulante, sus ornamentos y sus balcones bow window centrados. Al llegar a la esquina, la cúpula de la vivienda colectiva No hay sueños imposibles se lleva todas las miradas. El llamativo edificio lleva ese nombre por una frase en catalán que decora el frente: “No ni ha somnis impossibles” y tiene una fuerte influencia gaudiana. La cúpula está conformada por tres pisos con un primer nivel de la base, otro del tempietto y en los más alto un cupulín que remata el edificio. No hay duda de que esa cuadra de Av Rivadavia al 2000 resguarda la expresión más concentrada de esta estética.

Otra pieza arquitectónica única de la ciudad de Buenos Aires que responde al Art Nouveau es el Hotel Chile que se encuentra en el cruce entre Av de Mayo y la calle Santiago del Estero, en el barrio de Monserrat. Este edificio se distingue por la cúpula que corona su ochava y que lo hace reconocible y distintivo. La fachada presenta formas curvas y arcos, además, a partir del 2° piso, sobresalen balcones combados con dos últimos que se ensanchan bajo la cúpula. Los demás balcones son franceses y están decorados con herrería artística de formas curvas y vegetales típicas del estilo. Finalmente, sobre los dinteles de los dos primeros pisos se pueden apreciar diseños florales realizados en mosaicos, un elemento decorativo muy usado durante el Art Nouveau.

La Ciudad de Buenos Aires está llena de joyas arquitectónicas ocultas a simple vista, muchas despiertan curiosidad, otras simplemente conmueven por su belleza, lo importante es poder tomarse un momento para apreciarlas en el día a día. Por eso este paseo de Art Nouveau se suma a nuestras otras dos propuestas para aquellos curiosos de la arquitectura porteña: Los mejores miradores de Buenos Aires, Un recorrido por los cafés históricos de Buenos Aires y 8 lugares en Buenos Aires para los amantes de la arquitectura.